miércoles, 4 de agosto de 2010

Fibonacci

Todo aquello empezó con un leve repiqueteo y con eso fue más que suficiente. En breve se elevaron las notas mayores, inundando con dulzura todo cuanto contenían aquellos muros de piedra gris. Todo el mundo se sumergió en el mar de música, a la vez que contemplaba con curiosa el rostro de aquel joven muchacho. Su cabello descuidado concordaba perfectamente con el resto de su delgado cuerpo. Su mirada, al contrario, infundía dulzura. El violín rozó levemente con su barba de una semana cuando lo apoyó de nuevo en su cuello. Su función probablemente dejase a muchos sin aliento y a más de uno le impulsó a recordar la belleza del momento y de hacerles creer a todos de nuevo en el Carpe diem. [To be Continued]