sábado, 8 de agosto de 2009

Colocón

Todavía sigo aquí, encerrado entre estas cuatro paredes, esperando a que vuelva. Sé que volverá. Le conservo como si de un recuerdo se tratase, frío y distante casi siempre, aunque muy cercano y cálido cuando no puedo dejar de pensarle. Miro hacia atrás en el tiempo y no puedo dejar de sentir que siempre estuvo allí, que nunca faltó en mi vida, que nunca hubieron lágrimas tras su marcha. Pero ahora ya no está aquí. Me queda de su recuerdo un amargo, aunque a la vez dulce olor, una especie de embriagador perfume que me acompaña todas las noches y me permite soñar tranquilo durante unas horas, no sin después despertarme sudando, agitado y queriéndome volver a dormir para poder verle una vez más. No es que esté encerrado, realmente la puerta está abierta, pero es que no quiero dejar este lugar, porque: ¿y si regresa y no me encuentra? Comer y beber es prescindible, verle no, aunque fuese sólo por unos minutos, o quizás segundos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario